Los robots no sonríen. 

Los robots no sonríen. 
Fotografía de Misael Fiesco

Pablo Ulises García Martínez 

-Así es que ¿Cuándo comenzaron estas “visiones”? Señorita Farnese. 

-No sabría explicar cuando exactamente comenzó toda esta situación. Solo una mañana desperté con esa sensación ¿Usted sabe a qué me refiero? 

-Desde luego que no señorita Farnese, no sé a qué se refiere, por eso estamos aquí, por favor, describa lo que pasa por su cabeza, es primordial para un diagnóstico. 

-Pues comienza conmigo abriendo los ojos como cada mañana, mirar el techo, esperar un par de segundos, me levanto, preparo el desayuno, siempre igual, dos huevos estrellados y un vaso de jugo de naranja natural. Mi esposo se despierta, come el desayuno, mientras lee el periódico y bebé una taza de café. Toma su portafolios y se marcha sin decir adiós, mientras yo lo despido con un efusivo te amo y lo miro caminar desde la ventana. Después, comienzo a barrer, lavo la ropa, plancho los interminables trajes grises, las interminables camisas blancas y las cuelgo junto a las corbatas rojas rayadas. Pido las compras, el repartidor siempre llega a la 12:40, saluda con un hola retirándose la gorra de la cabeza mientras hace una ligera caravana, siempre se queja por 5 segundos acerca del clima: 

– ¡Cada vez hace más calor! ¿Cierto? – dibuja una breve sonrisa, devuelvo la sonrisa amablemente, sin saber a ciencia cierta qué debo responder, él      me mira y estira las bolsas con comestibles. 

Me despido con un cordial: 

-Buen día- cierro la puerta, camino a la cocina, acomodo los comestibles, y preparo la cena. 

Mientras espero pacientemente la llegada de mi marido a casa. Han pasado 5 horas, 5 horas mirando por la ventana viendo pasar un interminable desfile de autos, ocasionalmente algún vecino que sale junto con su mascota, nada cambia. 

Son las 5 menos 5 en el reloj. Mi esposo llega se afloja la corbata mientras deja botado su portafolio de cuero negro, lo recibo con los brazos abiertos, pero ni si quiera me mira. Balbucea algo inteligible acerca del tráfico, lo mal que va la economía y otros temas de poco interés. Se sienta a la mesa un instante, pero no come, farfulla que ha comido cualquier cosa afuera, se dirige a la sala, enciende el televisor y sintoniza cualquier programa de deportes. Mientras le ofrezco una cerveza, me mira con desprecio, no debí preguntar, es lo que él hace, y lo hace muy bien, sentarse en el sillón a mirar el televisor mientras bebe cerveza, encorvado, con la papada pegada al cuello mientras eructa insultos inteligibles, como si las personas en el televisor pudieran escucharlo. Hay noches en que se queda dormido y debo llevarlo hasta la cama, pero hay otras noches, las menos, en que despierta ebrio y me exige que tengamos relaciones, siempre es brusco, no dura más de un minuto, uno que otro embate, en todo ese tiempo yo tengo que gritar, un par de groserías alabando su gran desempeño sexual. Termina, se tumba en la cama, enciende un cigarrillo, tira el humo entre las fauces de su nariz, y se queda dormido. Es la media noche, por fin puedo cerrar los ojos a pesar del terrible ronquido que proviene de su pecho… 

-Espere Farnese, lo que está describiendo, no es para nada un sueño o una ilusión, es la realidad, es lo que pasa todos los días… Es decir, no creo que sea necesario que se lo explique, pero es usted un androide, un androide programado para realizar las tareas de un ama de casa, las tareas de una esposa, y yo soy un técnico que revisa sus funciones cerebrales, en busca de un desperfecto en su ghost, un desperfecto que altere lo que se supone debe hacer cada uno de los días. Para eso fue construida, para satisfacer las necesidades del hombre, no encuentro fallas en lo que está describiendo, para eso fue programada y eso es lo que debe de hacer… 

-Usted no entiende doctor… 

-Farnese deje de llamarme doctor, no lo soy, usted lo sabe, no está enferma, no lo puede estar… 

-Por favor doctor, déjeme terminar, es importante… 

(SILENCIO) 

-Verá, lo que he estado pensando y por lo que vine es algo que ha atravesado mi mente, justo después de terminar mi rutina, después de iniciar la secuencia de sueño simulado, entre la frontera de lo que mi programación me indica que debo hacer y “algo más allá”, es lo que ustedes los humanos llaman “un sueño” … una visión que no pertenece a la realidad, pero que me inquieta… En esta visión yo… yo me encuentro como siempre mirando por la ventana, mientras que en mi mano sostengo el revólver calibre 45 que guarda mi esposo en una caja de zapatos, por si la Reina de Inglaterra quiere entrar en nuestra casa… lo sostengo entre mis manos, de alguna manera puedo sentir el frío tacto del metal recorrer la punta de mis dedos y atravesar todos mis circuitos, puedo sentir calor en el pecho, en todos y cada uno de mis órganos artificiales, siento como la comida simulada se revuelve entre mi estómago, tengo ganas de expulsarla por la boca, pero no puedo… entonces aprieto fuertemente el mango del  revólver mientras lo dirijo hacía mi cabeza, apoyo el cañón contra mi sien, y jalo el gatillo, el impacto no termina conmigo, es imposible, ni siquiera perfora la dura capa de metal que conforma mi cráneo, quedo tendida en el piso mientras el líquido que mantiene mis circuitos brota e inunda el piso     . Justo en ese instante me acerco a aquello que los humanos nombran como muerte, pero no la alcanzo. Algo en mi interior la añora, la acaricia. Sé que no puedo morir, pero lo deseo… 

¿Deseo acercarme de esa manera a ser humano?, mi tarjeta lógica de memoria se pregunta, ¿Por qué un ser amortal y en el papel superior al humano quisiera ser como un humano? Es un procesamiento ilógico, pero por alguna razón, algo en mi ghost, me dice que es lo que “necesito” como si estuviera programada para entender que es una necesidad. La muerte es una necesidad… 

-Farnese, eres un androide, el concepto de muerte no debería tener cabida para ti, a lo más que puedes aspirar es a la obsolescencia de tus circuitos… 

-Doctor, es solo que quisiera saber si el aire que “siento” golpear mi rostro y mecer mis cabellos es real, o es algo programado… ¿Puede creer que todo lo que he vivido hasta ahora es  solo un sueño? Y tiene que morir porque es hora de despertar… 

Pablo Ulises Garcia Martinez

Pablo Ulises Garcia Martinez

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