Aportaciones a los fines de la educación o del resurgir de la Utopía
Mario Leonardo Camargo Moreno
Yo no enseño a mis alumnos,
solo les proporciono las condiciones
en las que puedan aprender.
Dilucidar, a través del análisis histórico-crítico el estatus epistemológico, axiológico, ético, pedagógico de la educación y su relación con la Nueva Escuela Mexicana (NEM) es de transcendental importancia.
Una sociedad mediante su estado y sus gobiernos, así como ella misma, debe poner énfasis en sus sistemas básicos: alimentario, de organización social, de salud y educativo.
Remontándonos al sistema educativo Anahuaca, era básica su estructura filosófico-espiritual para su proyecto civilizatorio, toda vez que producía y reproducía el conocimiento en la sociedad, reflejados en los megaproyectos como por ejemplo lo son Teotihuacan, Xochicalco, El Tajín, Monte Alban, Palenque.
La educación Anahuaca no se refiere únicamente al aspecto académico que era enseñado en el Tepochcalli (les concedían a sus hijos para que habitaran en aquella casa donde se criaban y salían hombres), en la Cuicacalli (aprendían “flor y canto” fuerza espiritual a través del arte), en la Calmécac (ideas pedagógicas que predican la abstinencia, el ayuno, la sobriedad y modestia, el aprendiz debía entregarse totalmente a la formación que recibía). La educación tuvo un punto de vista más profundo, refiriéndose propiamente a su aspecto filosófico y espiritual.
Se transmitían los fundamentos principales para que el alumno pudiera entenderse a sí mismo, a la familia, a la sociedad, a la naturaleza, al universo; para comprender las relaciones que existen entre unos y otros, las responsabilidades, los límites y las posibilidades.
En cuanto al maestro Anahuaca, más que su quehacer era su misión: la verdad, el reprender, el hacer sabios los rostros ajenos, hacia a los otros (sus alumnos) tomar una cara; los hacia desarrollarla. Les abría los oídos, los iluminaba. Era un guiador, les señalaba su camino.
Colocaba un espejo delante de los otros (sus alumnos), los hacia prudentes y cuidadosos, hacía que en ellos floreciera una cara. Gracias a él, la gente humanizaba su quehacer, hacían fuertes sus corazones.
Grandioso cúmulo de sabiduría y experiencia está en la genética de nuestra cultura, los mexicanos encontramos en la educación, una excelente y poderosa herramienta para el desarrollo humano. Fundamentos filosóficos-espirituales, pedagógicos y éticos para dignificar su quehacer.
En el momento actual el ser maestro compromete a analizarse como sujeto, con el compromiso de cumplir una misión que él mismo se imponga, en ello está el deseo de hacer algo en beneficio de alguien. Tiene que reiterar su compromiso que, de manera personal sin coacción alguna, se contrae con ser docente para así arribar a ser un profesional de la educación.
Las reformas estructurales, designios de organismos internacionales (replicadas por los gobiernos tercermundistas) versan: “la reforma educativa por el bien de los niños y jóvenes”; decires que no se pueden sustentar. Carentes de un método filosófico, de una cosmovisión, de la concepción del fin de la educación; carentes de una pedagogía, de teoría, de una visión de futuro que aflora, una y otra vez de diversos modos. Ello exige ubicar de manera central la naturaleza humana como punto de partida de cualquier preocupación educativa.
La educación, aparente baluarte de la democracia, la escuela instrumento privilegiado en el discurso de las clases dominantes para la proclamación de su voluntad “civilizadora” y de su “fidelidad” a los principios igualitarios y fraternales, el mejor espacio de la convivencia justa y social.
Los paradigmas de la sociedad capitalista, regida por la economía y basada en principios de competencia hoy llamados, competitividad de los mercados en un mundo globalizado, son esquemas de pensamiento, de dominio sobre el conocimiento y la innovación, son el sustento de esa voluntad civilizatoria.
Los que tienen la posibilidad de tomar decisiones deben hacer un alto para analizar lo que en verdad quieren que se haga; pensar que si se quiere realizar lo que se realiza. Pero la pregunta es ¿Qué se está realizando?
El mundo moderno, la globalización, ofrece su gran proyecto paradójico, en su ofrecimiento ya ni el ignorante puede ser feliz, ni mucho menos el hombre puede ser libre.
La actitud crítica de los que conforman el sector educativo (toda la sociedad) debe comprender que para ser es preciso saber vivir una vida de embrollos y contradicciones, el saber estar “subyugados” por las inmensas organizaciones económicas y políticas que tienen el poder de controlar y a menudo de destruir a las organizaciones sociales, a las organizaciones políticas, a las instituciones educativas, a las comunidades, a los principios y valores, a las vidas humanas y, sin embargo, no titubear en el arrojo de cambiar su mundo y hacerlo nuestro mundo.
En la educación como en los otros sistemas básicos de las sociedades, se tiene que estar ansioso por crear y asignarse a algo real para nutrir a esas sociedades, a nuestras familias, a la naturaleza, al universo; aun cuando todo se desvanezca en el aire no podemos dejar de ser utópicos.