Mis raíces. Valentín González Bautista. Testimonio.

Mis raíces. Valentín González Bautista. Testimonio.

Valentín González Bautista

Testimonio. Primera Parte.

Mis raíces

Terminé mis estudios básicos en la escuela Secundaria Federal Número 10, “Xicoténcatl”, ubicada en la colonia Metropolitana, municipio de Nezahualcóyotl, Mex., escuela que se hizo famosa por lo grande y moderna en su construcción y equipamiento, pero principalmente por ser la única a la que podíamos acudir quienes habitábamos las desoladas colonias del llamado ex Lago de Texcoco.

En mi casa, mis padres y hermanas, Rafaela y Esperanza, habían egresado de la misma secundaria años antes. Rafaela cursaba los últimos años en la Escuela Normal de Maestros; impartía ya clases como profesora interina en una primaria. Esperanza estudiaba la carrera en Trabajo Social. 

Los comentarios que se hacían en casa eran constantemente en torno a mi futuro, ya que se preguntaban dónde seguiría estudiando Valentín, el hermano menor. Una de mis hermanas decía que me fuera a estudiar a la Escuela Nacional Preparatoria; la otra opinaba que lo mejor era ingresar a la Vocacional, para luego pasar al Instituto Politécnico Nacional. 

Ese diálogo lo escuchaba de tiempo en tiempo, y así pasaron semanas que se convirtieron tal vez en meses. En ese entonces me ocupaba los fines de semana en asear calzado en el famoso “Cine Lago”, que era el único que existía en esa época y estaba ubicado en el cruce de la Avenida Adolfo López Mateos y Avenida Pantitlán, donde hoy se encuentra ubicada la escultura de “El Coyote”, de Sebastián, en la Colonia Evolución, donde mi padre, Prisciliano González, adquirió un lote de terreno y lo autoconstruyó en 1955. Fue una vivienda a la que nos llevó a vivir a toda la familia cuando llegamos de Teposcolula, Oaxaca, de donde somos originarios. 

Entre semana me ocupaba de acarrear agua, apoyándome con una madera (aguantador) en el hombro y dos latas de 20 litros alcoholeros, llenando tambos de 200 litros para las vecinas que me solicitaban ese servicio, ya que carecíamos de redes de agua, drenaje y luz en nuestro municipio. 

Una nueva experiencia de vida

Un día se alteró la cotidianidad de la vida familiar, cuando la profesora Rafaela casi llegó gritando que había salido la convocatoria para inscribirse en la Preparatoria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Como en ese momento y en esa materia yo no tenía nada que opinar, sólo me dejé llevar y los comentarios giraban en torno a qué escuela era más cercana. Hasta ese momento escuché que había varias opciones y, entre ellas, se mencionaba una escuela nueva en la Colonia Tepalcates, en el entonces Distrito Federal. 

Mi padre siempre trabajó como comerciante en la calle, y hasta donde tengo presente, nunca en alguna fábrica o establecimiento fijo, pues siempre lo recuerdo con productos diversos para vender. Caminaba largas distancias, razón por la cual conocía muy bien todas las colonias del municipio y otras cercanas del Distrito Federal. Después entendí la razón por la que mi padre nunca tuvo un empleo fijo; me enteré de sus ocupaciones en las tierras semiáridas y de campo, ya que también trabajó de arriero; tal vez por eso caminaba tanto. Además, era una persona que hablaba poco, así que cuando oyó el nombre de la Colonia Tepalcates, dijo que alguna vez había pasado por ahí y vio que estaba en construcción lo que sería una escuela preparatoria de la Universidad. Eso le habían comentado cuando se acercó a preguntar si había trabajo como peón. No hubo trabajo, pero comentó que esa escuela estaba cerca y que yo me podía ir caminando desde la casa. Su comentario decidido cambió mi vida inmediatamente. 

Sin mayor discusión se señaló como opción para mí el denominado Colegio de Ciencias y Humanidades, Plantel Oriente, de la famosísima Universidad Nacional Autónoma de México. Acreditado el examen de admisión, y casi sin darme cuenta, ya estaba inscrito en la que sería mi escuela de educación media superior durante tres años, a partir del año de 1972. Me correspondió el número de cuenta 7209887 1

Casi se hizo realidad eso de “irme caminando” desde mi casa en la Colonia Evolución hasta donde estaba el CCH Oriente, pues el único transporte urbano eran los camiones conocidos como “Chimecos”. Tenían una terminal en el cruce de las avenidas Pantitlán y Sor Juana Inés de la Cruz. Hacían su recorrido sobre la Calzada Ignacio Zaragoza hasta hacer una parada en la Avenida 7, y de ahí debía caminar sobre la Avenida Canal de San Juan, hoy Anillo Periférico Oriente, ya que no había transporte en ese tramo. Me inscribí en el primer turno, que iniciaba a las 7 de la mañana y terminaba a las 11:00 am.

….. continuará

Valentín González Bautista

Valentín González Bautista

4 comentarios en «Mis raíces. Valentín González Bautista. Testimonio.»

  1. De las historias todas muy similares, de los primeros pobladores de lo que hoy es Neza, en un inicio como Ciudad Netzahualcyotl,

  2. Me gustó tu historia. Guardando toda proporción, me hizo recordar los relatos de José Emilio Pacheco. Esperemos a leer la continuación. Saludos!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *