Tras las huellas de Ana Neumann: Huachichila

Tras las huellas de Ana Neumann: Huachichila

Por Martha González Díaz

Para hallar sus huellas, es necesarios buscar en las enigmáticas leyendas del desierto, en los cantos nómadas del Potosí, en las inscripciones de los “cabeza roja”, antiguos guerreros de Aridoamérica. Viajar a wrikuta donde nace el mundo de los milenarios wixáricas, atravesar las exuberantes tierras de la Huasteca Potosina hasta el corazón de México.

Si eres caminante del Anáhuac, el viaje es largo y maravilloso, solo tienes que seguir el aullido del coyote, las veredas de la biznaga roja, y el susurro de los mesquites. Primero hay que internarse en la pródiga tierra del huaxyacac. Si vuelas por el noreste te recibirá el clamor de las mujeres legendarias de Tamazuchale, encontrarás caracolitos en la tierra y las pozas cercanas a Xilitla, los árboles de Aquismón te darán la bienvenida, y podrás maravillarte en el sótano de las golondrinas. Si cruzas El Pujal antes de llegar a Ciudad Valles, podrás descansar en El Puente de Dios; un lugar misterioso. Te llenarás de voces huastecas, envuélvelas en tu palabra como regalo para ella: la Huachichila está enamorada de la voz.

Después de cruzar las melodiosas cascadas de Micos y Minas Viejas, abandona la Huasteca Potosina por El Naranjo. Cuando llegues a Matehuala, el Cristo te señalará el camino hasta San Luis. Entonces, podrás admirar la sierra de Escaleritas al oeste y la de Bocas al norte: escuche decir a la Huachichila que, son montañas increíbles e inspiradoras del “El idilio salvaje” de don Manuel José Othón. Ojalá puedas disfrutar de las aguas broncas y ver desde Matehuala el majestuoso Cerro del Fraile.

Entra al valle de San Luis por los recuerdos de sus casitas de adobe, el esplendor de las minas con metales preciosos, los templos barrocos y las casas reales. No te detengas viajero, sigue las huellas del hada Ana hasta el barrio de San Miguelito, ten cuidado cuando pases por el callejón del diablo, porque cuenta la leyenda que ahí está la Casa del Búho donde vive la loca Sulei y la hechicera Mariana, quien vaga por la calle Zamarripa convirtiendo los perros en caballos y los cacharros en carrozas. No te creas todo lo que cuenta la gente, porque ahí la verdadera contadora de historias es la Huachuchila, la podrás reconocer porque siempre lleva entre sus manos al “Principito” justo a un lado de su corazón.

Con seguridad, la podrás encontrar un lunes de palique, escucharás su voz; es dulce y mágica, la gente se arremolina en torno a ella para disfrutar de sus historias, mientras los Niños Marmotas bailan con tambora junto a ella. Le gustan las fiestas y la cuentería, está hecha a la tradición de su pueblo, por eso es posible que la encuentres narrando leyendas durante el “Xantolo” el Día de Muertos” o entre la gente que llega del templo después de llevar la cera y las bateas durante el mes de septiembre. Es tanta su pasión por narrar que te sorprenderá escucharla en cualquier lugar de la ciudad, desde un taller de teatro, en los museos o en la radio con las inolvidables “leyendas de raíz”.

Las huellas de la Huachichila están vivas en la Cultura Potosina, en los festivales y en las aulas, ella no solo cuenta: conmueve, crea, forma, regala a manos llenas pedacitos de su hermosa vida. Es capaz de sorprender al tiempo cuando ella decide paliquear entre niños, jóvenes, glorias, natillas y helados.

Para disfrutar de su arte, solo tenemos que pedirle al Hada Ana que nos lleve hasta la “Bola de oro” con la reina de las hadas, y con su varita de virtud nos permita conocer a “Juan del Jarro” y los buscadores de tesoros. Entonces, podremos disfrutar de las leyendas potosinas y hasta del espectáculo de “La Catrina”, comer cabrito y bailar con la redova de Matehuala. Aprovechemos a la Huachichila por ahora que no anda de diplomática en África, o tomando café con Cortázar.

Huachichila de la “Habla Palabra”. Por fin encontré tus huellas, desde la sala Manual M. Ponce de Bellas Artes, hasta el colosal desierto del norte, en la voz única de la mujer poeta y narradora que cierto día se estremeció ante el maravilloso paisaje de la tierra potosina, diciendo: ¡Mi desierto, inmensidad arriba, inmensidad abajo, el desierto, el desierto, el desierto¡

Martha González Díaz

Originaria del San Lucas Tepemajalco municipio de San Antonio la Isla Estado de México. Presidenta del Consejo Técnico Consultivo de la Academia Nacional de Poesía de la SMGE, sede municipio de Toluca estado de México. Egresada de la Centenaria y Benemérita Escuela Normal para Profesores de Toluca. Miembro del taller de poesía Joel Piedra a cargo del escritor Guillermo Fernández y del taller de narrativa Ray Bradburi dirigido por Alejandro León Meléndez.

Martha González Díaz

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